Relato Breve escrito por Merche Postigo

Un verano más

Con la llegada del verano, las piscinas municipales se convertían en el punto de encuentro de las chicas. Las tres amigas, de apenas quince años, cada día, a la misma hora, minutos antes de las doce del mediodía, cuando el calor abrasaba a las escasas lagartijas que veraneaban en el pueblo, subían la cuesta de la carretera nueva y vivían su verano.

 La carretera que las depositaba en las piscinas municipales estaba asfaltada de negro. De un betún negro que se adhería a sus piernas, apenas sembradas por un rubio e incipiente vello, que trepaba hacia los tobillos hasta desvanecerse al llegar a sus rodillas. Era un camino soleado y desarbolado que conseguía frescura  en la proximidad de la alameda lindante con las piscinas. Las piscinas de verano donde las chicas se abandonaban al sol.

A Vinicio, el adolescente más tonto del pueblo, lo habían abandonado muchas veces. Este verano se había instalado en una habitación que sus padres habilitaron encima de la vaquería, a las afueras. Los padres de Vinicio tenían vacas y él las ordeñaba por la mañana. A las chicas no les gustaba Vinicio porque era feo, tonto y olía muy mal, sobre todo porque olía mal. Tampoco era alto, tenía la estatura justa para alcanzar a las vacas. Cada día, antes del amanecer, Vinicio se frotaba las manos con energía y sin dar tiempo a las vacas a despertar, y ante la admiración de su padre, les exprimía las ubres. Después venia al instituto, como el resto de los chicos del pueblo. – “ A perder el tiempo” – decía su padre a voces en el bar por las tardes, mientras hacía trampas al dominó. Las chicas se mofaban de las habilidades de Vinicio para ordeñar vacas. – “ Es demasiado torpe incluso para tratar con vacas”decían entre bromas y chascarrillos. Un día de verano en la piscina lo bautizaron como el Vacabobo. Vinicio se enfurecía cuando lo llamaban con ese mote. No entendía el por qué del nombre, y remataba su estupidez entre mocos y salivazos. – ! Mi padre tiene vacas, pero no tiene bobos!”. – Como disfrutaban las tres amigas con esa y otras salidas de tono del chico.

Era el primer lunes de Julio y las chicas habían alcanzado la cima de la carretera. Después de abandonar el asfalto y ya, con los pies en la pista de tierra que las dirigiria a las piscinas, escucharon una voz familiar llamándolas. Amalia, la más curiosa de las tres, miró en dirección a la alameda y vio a Vinicio agazapado entre las madreselvas. Con una tímida sonrisa Amalia le saludó y ayudada por la distancia gritó con socarronería “! Hola Vacabobo!”. Olga, más sorprendida por el descaro de su amiga que por la intromisión de Vicinicio en su tarde de verano, giró la cabeza y con un bufido lo mandó callar. Olga tenía muy mal genio y era la mayor de todas. También era la más alta y agraciada, pero aún estaba en un curso inferior al resto. En el pueblo, los vecinos más viejos, decían que era retrasada. Su madre no lo negaba pero la llamaba faltita a gritos por el balcón a cualquier hora. Las dos amigas sabían que Olga era diferente y se divertían mucho con ella.

Los bufidos de Olga no consiguieron apagar las voces de Vinicio. Sus gritos las acompañaron hasta llegar a las taquillas de la entrada. Este, escondido detrás de un árbol, lo que dificultaba su visibilidad, continuaba haciendo gestos con los brazos y llamándolas a voces. Olga se volvió y con un gesto brusco pero certero, esbozó un perfecto corte de mangas que hizo reír a las chicas, pero sin efecto. El “Vacabobo” no obedeció y continuó gritando. Visiblemente enfadada, Olga se acercó a la alameda, enganchó por el brazo a Vinicio y lo escondió detrás del árbol, entre las ramas silvestres. Después de un rato “faltita” emergió de entre los matorrales sonriente, con la cabeza alta y ademanes de triunfadora.

  • ¿Qué le has dicho? – Preguntaron las dos amigas al unísono
  • Venga vamos a bañarnos, que hace mucho calor – Respondió Olga evitando la pregunta.
  • ¿Qué nos escondes? – Insistió Amelia.

Vinicio había dejado de gritar y ahora las observaba desde la alameda. Ellas lo ignoraron y se adentraron en el recinto vallado de las piscinas. Olga volvió la cabeza para asegurarse de que ·Vacabobo aún estaba allí

Mamen, la chica más adinerada del pueblo y del grupo de amigas, entró la primera al recinto. Las animó con educación a seguirla. “Venga chicas que estamos perdiendo un tiempo precioso”. Mamen, era tan rica como vanidosa y ese verano estrenaba bikini. Aunque esta vez sus compañeras de juegos y halagos no se iban a dejar distraer por un simple biquini nuevo.

  • “¿Qué ha pasado en la alameda Olga?” – Preguntó Amalia ante la contrariedad de Mamen por la falta de atención de sus amigas para con su bikini.

Olga disfrutando del momento, guardó silencio, encendió un cigarrillo, aspiró la primera calada, y con la vista perdida en el cielo comenzó a desenvolver su secreto.

  • ¡Ya sé cómo se hace! .
  • ¿Cómo se hace qué? – Preguntó Mamen enfadada.
  • Ya sé cómo se besa – Respondió Olga con fanfarronería, al tiempo que exhalaba la segunda bocanada de humo blanco de su cigarrillo.
  • ¡Menuda tontería!. Besar a un chico es…. ¡Todas sabemos hacerlo!. – Dijo Mamen mientras se despojaba de su vestido exhibiendo con tacto su nuevo biquini.. –
  • ¿A qué tú no sabes besar con lengua? – Le increpó Olga desafiante.

Amalia y Manen se quedaron mudas mirando a Olga. Se acomodaron en el césped, con ojos curiosos y asombrados, como esperando. Nerviosas y excitadas se prepararon para disfrutar de las explicaciones que su amiga estaba a punto de proporcionarles. Olga dibujó una sonrisa golfa, dio una última y profunda calada al cigarrillo y continúo su disertación iniciática.

  • Cuando un chico te besa de verdad mete su lengua en tu boca.
  • ¡Qué asco! – Gritó Mamen, acompañando a su grito con una risita soterrada.
  • ¡Eso es mentira! – Afirmó Amelia convencida de que “faltita” las estaba engañando de nuevo.

Ese primer día de verano, el nuevo bikini de Mamen perdió protagonismo en favor del beso de Olga. Ella explicó a sus amigas, con deliciosos detalles, el proceso físico del beso con lengua. La chicas escucharon con atención, anotando en sus memorias todos los detalles, entre gemidos de asco y suspiros de excitación. Las tres amigas se miraron por última vez, sabían que ese verano no iba a ser un verano más y rompieron a gritar al ver que “Vacabobo” las observaba sonriente desde la el otro lado de la valla de la piscina.

Un verano más-fin

Fin …

4 respuestas a “«Un verano más» … Merche Postigo”

  1. ¡Qué grandes líneas de evocación de muchos veranos vividos!

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    1. Las iniciaciones, tienen siempre algo de similitud unas y otras, y todos las hemos vivido….de una forma o de otra….
      Gracias por leer los cuentos de la librería, guapa…

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  2. Buen cuento amiga. Los albores de la adolescencia son complicados, seas muy inteligente o tengas escasa. Asi que por esta vez los disminuidos dieron catedra a los iluminados… un abrazo y ramos de rosas rojas para ti.

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    1. Gracias buen amigo…. Es cierto, los inicios de la edad adulta son los más evocadores en la literatura y los que mejor recordamos aquellos que tuvimos la suerte de vivirlos…..
      Un abrazo y buenos cuentos…

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