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Hacía mucho tiempo que no veía un partido de baloncesto. Se preveía tensión a pesar de la diferencia de puntos entre ambos equipos.
Comenzó el primer cuarto. Los mejores jugadores, del mejor equipo, lo hacían muy mal. El equipo rival, de menor presupuesto y con jugadores menos potentes, se estaba haciendo con el partido.
Al final del segundo cuarto los números eran de vergüenza. Ganaba el equipo más débil en teoría.
El entrenador del mejor equipo, admirable, consideró que los titulares no estaban a la altura y decidió dejarlos en el banquillo todo el segundo tiempo y sacar otros cinco jugadores con menos nombre, con menos sueldo a final de mes, menos conocidos, con peores porcentajes a lo largo de la temporada y con menos fe por parte de los aficionados.
Los jugadores de la segunda fila dieron la vuelta al partido y consiguieron vencer...
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