José Marquina
Cuando era niño paseaba mucho con la bicicleta. Un día, en mi pueblo, ví parado un camión lleno de cerdos. Era Agosto y hacía mucho calor. Me quedé mirando a los cerdos durante más de media hora. Veía cómo soportaban el calor, el hacinamiento y sus malos olores sin ninguna posibilidad de queja, protesta o cambio. Únicamente gruñían para desaprobar el método.
El camión arrancó. Yo le seguí con mi bicicleta. Entró en el matadero municipal.
Muchos años después entré al matadero a trabajar. Presencié vivamente la carnicería de trescientos cerdos diarios. Los gritos de unos tapaban los de los otros, pero en mí se multiplicaron. Salí de la fábrica con ganas de contarlo. Escribí mi primera novela y la titulé “Los humillados somos invencibles”.
Han transcurrido más de cien años. Los seres vivos siguen estando a merced de los humanos. Se produce lo mismo pero de forma exponencial. Y no sólo con los cerdos, sino también con las gallinas, los conejos, los ciervos, incluso con los elefantes. Y lo peor de todo es que dejan constancia gráfica de las matanzas. Esto no hay quien lo corte ni lo recorte.
Abr 22, 2017 @ 18:16:43
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